lunes, 26 de octubre de 2009

Mi YO frente al espejo


Nunca he tenido ningún desorden alimenticio, ni de percepción de imagen corporal creo yo, pero si se lo que es no sentirse conforme con su cuerpo. Creo que a todas las mujeres les ha pasado, hasta a las más bonitas y con cuerpo escultural, te miras en el espejo y ves a una gorda, fea, asquerosa que no te deja en paz.

De repente todos tus defectos físicos, o los que tú crees que son tus defectos, se acentúan, y una voz te dice: tienes la nariz muy grande y aguileña, como de condorito, los dientes salidos y amarillos, estas muy cachetona, tu boca está muy grande y tus labios muy gruesos, tus orejas están grandes y salidas, como de changuito, tus ojos son saltones y tus pestañas de tejaban, tu pelo es muy lacio y crespo, tienes papada, tu espalda es muy ancha y tu cadera muy chica, pareces travesti, tu pecho es muy grande y tus pompas muy chicas, es más ni tienes pompas, tus brazos son gordos, tienes panza, pareces embarazada, tus piernas son muy flacas, tus manos y tus pies son muy grandes, tus rodillas son muy huesudas, tus pies muy anchos, tus dedos están chuecos y raros, parecen cacahuates, estas muy morena, tienes cicatrices y espinillas en la cara, eres muy peluda, tienes bigote, estas muy chaparra, estas flácida, estas gorda...

Esa soy yo frente al espejo, todas esas cosas yo las dije o las pensé alguna vez en algún momento de mi vida, a veces todas juntas, a veces de una en una, todas y cada una me atormentaron y algunas lo siguen haciendo, a veces las veo y a veces no, a veces quisiera hacer algo en contra de ellas y a veces no, a veces odio a la del espejo y a veces no.

Así somos la mayoría de las mujeres, hormonas que van y hormonas que vienen, y nos hacen ver cosas que no veíamos, oír cosas que no oíamos y sentir cosas que no sentíamos, y todo sucede adentro de nosotras.

..........

Los medios de comunicación, la gente misma nos marca un estereotipo de la belleza que se basa solo en la superficialidad y nosotras nos la creemos, creemos que si no tenemos eso, no tenemos nada y no vamos a conseguir nada más. Intentamos hacer algo al respecto, pero al no ver los resultados esperados tomamos medidas extremas, entramos por la puerta falsa, que aún aunque sabemos que es mala, resulta ser muy buena, probamos el sabor del poder, obtenemos los resultados deseados, los adoramos pero queremos más, y entonces ponemos otra meta, y otra más, nunca es suficiente, la sensación es tan placentera, pero poco a poco deja de serlo, la angustia y la preocupación de que el Yo anterior regrese es demasiada, pero las cosas se confunden, mientras nosotras creemos tener el control, ellas nos controlan a nosotras, de repente ya no podemos salir, de repente nos sentimos más miserables que nunca... pero ¿cómo pasó?

……….

Las ansias de alcanzar nuestro concepto de perfección y el hecho de nunca alcanzarlo, nos frustran y nos hacen infelices, buscamos la felicidad donde no está, la buscamos en el espejo esperando que el reflejo nos responda, pero resulta que no responde si el que está parado en frente no lo hace primero.

Es bueno querer estar mejor, es bueno querer verse bien, querer ser delgado, es bueno por salud y también por imagen no lo podemos negar, pero la imagen no lo es todo, el cuerpo no lo es todo, la perfección no existe, por Dios! hasta las flacas tienen celulitis y estrías, hasta las supermodelos no les gusta lo que ven en el espejo. Es que no es el reflejo el que está mal, es la mente, los ojos miran pero el cerebro traduce y todos sabemos que la mente humana es la máquina más poderosa del universo.

Entonces ¿Por qué angustiarte? ¿Por qué matarte de hambre? ¿Por qué auto castigarte de esa manera? Mejor utiliza toda esa fuerza de voluntad y autocontrol para hacer las cosas como deben ser, si ya te sostienes con estas condiciones extremas, las condiciones normales no son nada para ti por supuesto que puedes con ellas y los resultados serán mucho mejores en todos los sentidos.

Repito, yo nunca he tenido un trastorno alimenticio ni nada por el estilo, pero da me da tristeza, rabia, impotencia que alguien pueda someterse a esta clase de tortura por un sueño fugaz que jamás les dará el amor y la felicidad que tanto necesitan.

El día que dejé de creerle al espejo, ese día me liberé… y fui más feliz.

Esta va para todas esas “Princesas” de porcelana que viven en su cuento de hadas, en el que Ana y/o Mia son sus “amigas” y no comer o vomitar todo lo que se come es un “estilo de vida” y no una enfermedad que las carcome por dentro y por fuera.

Espero algún día también se liberen…

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